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Perfil de Alipio Vera, Premio Nacional de Periodismo 2013
Fue uno de los fundadores de "Informe Especial" a mediados de los '80, programa que le permitió presenciar más de diez conflictos armados alrededor del mundo. De la crudeza de las guerras, se traspasó al lado menos visible de la noticia: el rescate de las tradiciones olvidadas, las luchas medioambientales y los temas menos conocidos de la identidad nacional.
La perseverancia de Alipio Vera, Premio Nacional de Periodismo 2013, es uno de los atributos que a menudo destacan quienes lo conocieron como estudiante de la generación Mario Planet de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, a finales de los años 60, época en la que Planet, Mario Céspedes y Alejandro Cabrera formaban a los jóvenes periodistas.
De familia campesina y humilde de Maullín, pero nacido en Puerto Montt en 1945, Alipio Vera cargó como estudiante con dos peculiaridades: su nombre y su origen sureño. Aún hoy cree que para un joven de provincia nunca será fácil afrontar los desafíos de vivir en una ciudad como Santiago, menos cuando los seres queridos se encuentran a más de mil kilómetros de distancia. Esa sensación de orfandad se agravaba al no contar con los recursos que le permitieran satisfacer sus necesidades mínimas. Más de una vez pensó en renunciar. Las dificultades de aquellos años de provinciano recién arribado a Santiago quedaron en un relato autobiográfico del libro "Vendedores de Sol", que se publicó en 1994 con motivo del cuadragésimo aniversario de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile.
Como todavía hacen muchos estudiantes, Vera tuvo oficios múltiples para subsistir: fue desde garzón en fuentes de soda a inspector en el Internado Nacional Barros Arana, un trabajo que realizó a cambio de cama y comida. Vendía fotografías -que él mismo sacaba con su cámara- a los futbolistas amateurs que jugaban en las canchas de tierra del Estadio Nacional, o bien armaba sus propios cuadernos con restos de papeles que sobraban de la imprenta de la Escuela de Periodismo.
"No teníamos dinero pero podíamos estudiar porque en aquel tiempo era gratis. Si hubiera tenido que pagar, hoy estaría detrás de una yunta de bueyes", contó.
Sorteando la tijera de la censura
En 1969 ingresó a trabajar en TVN gracias a las gestiones del profesor ayudante René Veloso. En este canal permaneció hasta 1995. Cuando sobrevino el Golpe Militar, conoció las censuras y presiones y debió someterse a la obsecuencia informativa de la línea editorial de un medio intervenido. "Mi caso era complejo porque tenía un hermano preso, un sobrino que casi murió producto de las torturas, mi familia y yo fuimos amenazados ya que, por entonces, era corresponsal de Televisa de México", recordó.
Informe Especial, creado en 1984, proporcionó un espacio mínimo de libertad informativa en la televisión. La estrategia era contrabandear las críticas. "Hicimos un tema sobre maltrato infantil y hacíamos referencias a las condiciones paupérrimas en que vivía gran parte de la población. O hacíamos algo sobre la inequidad en educación, en salud. Siempre nos censuraban, y entonces nosotros renunciábamos, volvíamos, renunciábamos de nuevo, todos, desde el productor, que era Patricio Caldichoury, a mis compañeros que eran Santiago Pavlovic, Guillermo Muñoz, Marcelo Araya, todos de la Universidad de Chile", relató.
Durante su permanencia en Informe Especial le tocó reportear más de diez guerras, situaciones que describe como brutales pero en las que ya buscaba el lado menos conocido: el solidario o desinteresado. Desde entonces se anticipaba el vuelco que dio su carrera, tras dejar TVN en 1995, su casa histórica, y arribar a Canal 13, en cuyo noticiario central publica notas que apuntan al rescate del patrimonio cultural y las tradiciones, visibilizando temáticas campesinas o de pueblos originarios, o bien de oficios desconocidos o que parecen destinados a la extinción.
Esta experiencia le ha llevado a formular una crítica al ejercicio del trabajo periodístico en los medios. "Estoy convencido de que los periodistas debemos informar de todo lo trágico que ocurre en este mundo, pero también erramos la brújula y perdimos el norte, porque sólo damos espacio a las malas noticias y nada decimos de las mujeres y hombres que hacen grande este país y que llevan vidas muy sacrificadas", concluyó.
Por su trabajo mediático, muchas personas lo reconocen en la calle. Gustavo González, exacadémico del ICEI y compañero de curso en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, destaca su sencillez: "Entiende muy bien que el periodista es un mediador entre el acontecimiento y el público y no un protagonista".