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Día del Cine Chileno
Columna de Luis Horta, académico FCEI y coordinador de la Cineteca de la Universidad de Chile. El escrito fue publicado originalmente por Off The Record.
Un hecho oscuro cubre la historia del cine nacional. Durante la mañana del 29 de noviembre de 1974, dos jóvenes cineastas de 24 y 27 años, fueron detenidos ilegalmente por organismos de la dictadura, y trasladados a centros clandestinos de detención y tortura. Nunca más se supo que pasó con ellos: sus cuerpos no aparecieron, los organismos correspondientes no iniciaron investigaciones, no hubo culpables ni verdad sobre lo ocurrido.
Carmen Bueno y Jorge Muller, pese a su corta edad, tenían experiencia haciendo películas desde fines de los años sesentas, buscando romper con históricas dependencias culturales y asumiendo nuestra condición latinoamericana. En un continente pobre, el emplazamiento a las películas que costaban lo mismo que el alimento anual de una familia, terminó por transformar el estatus de la imagen-espectáculo, bogando hacia un cine sensible con la realidad de los más frágiles de la sociedad, y acompañado de una estética revolucionaria en la forma y el fondo. La cámara de Jorge registró campamentos, trabajadores de La Vega o campesinos, materiales que posteriormente dieron cuerpo al documental “La Batalla de Chile” de Patricio Guzmán. Carmen Bueno recién había egresado de la Escuela de Artes de la Comunicación en la Universidad Católica, y trabajó con Sergio Navarro, Cristián Sánchez y Jota Ulriksen, además de haber participado en “La Tierra prometida” de Miguel Littín, que solo pudo exhibirse en el exilio. Ambos militaban en el Movimiento de Izquierda Revolucionario: arte y política iban de la mano.
La última película en que trabajaron juntos fue “Año santo chileno”, filmada junto a Jorge di Lauro y Nieves Yankovic el día 24 de noviembre de 1974, y que nunca pudo finalizarse. Cuatro días después, participan del preestreno de la película “A la sombra del sol” de Silvio Caiozzi y Pablo Perelman, en el actualmente demolido cine Las Condes. La mañana siguiente fueron secuestrados en la esquina de calles Bilbao con Los Leones, mientras caminaban a su trabajo. La última vez que los vieron con vida, fue en diciembre de ese año, en el centro de detención ilegal Cuatro Álamos, por donde se estima pasaron alrededor de 6.000 personas. Ambos tenían signos de tortura, y desde ese momento no se sabe qué ocurrió con ellos. A casi 50 años de su desaparición, cabe preguntarse ¿Cómo explicamos a las nuevas generaciones que Carmen y Jorge no están con nosotros?
Desmemoria es una figura política que consiste en seleccionar hechos pasados para organizar una historia oficial en base a invisibiliza ciertos acontecimientos e hitos, siendo una forma de ejercer y legitimar el poder. Es un olvido concertado, una historia escrita verticalmente para beneficios sectoriales o personales, y que en Chile ha permitido cubrir los horrores que acompañaron aquellos aires refundacionales surgidos tras el golpe de Estado. Por ello, resulta fundamental desarticular estas operaciones, y en el caso de Carmen y Jorge, evidenciar una violencia que continúa incubada y nos hace pensar, sobre todo, en nuestro presente.
En el año 2009, nuestra Cineteca de la Universidad de Chile instauró la recuperación de la conmemoración original del Día del Cine chileno, iniciada por cineastas que rompieron la censura dictatorial en los años ’80, y perdida en años de la transición. Algo que hoy seguimos trayendo al presente, cada 29 de noviembre, es el porqué de Jorge y Carmen, a sus 75 y 72 años respectivamente, no están con nosotros formando a nuevas generaciones. Una respuesta posible es que no podemos permitir que se repitan las torturas, fusilamientos masivos, ultrajes y asesinatos, que nos hacen responsables con nuestras memorias y nuestro pasado. Construir un cine auténticamente local, de la mano con la conservación efectiva de este patrimonio audiovisual, sigue siendo una convicción que supera el miedo y la resignación.