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Pascale Bonnefoy tras ser liberada de acusaciones por injurias
El 18 de enero de 2010, el Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago absolvió a Pascale Bonnefoy, periodista y profesora de periodismo de investigación de nuestra Escuela, en un juicio por injurias y calumnias interpuesto en su contra por el teniente Edwin Dimter. El ex militar ha sido reconocido por numerosos ex presos del Estadio Chile (hoy Estadio Víctor Jara) como "El Príncipe", recordado por su crueldad en el trato a los presos de dicho centro de detención durante la dictadura.
La querella se originó en el reportaje "Edwin Dimter, el sádico "Príncipe" el Estadio Chile. Hoy se declara "exonerado político" y es jefe de Departamento en la SAFP", publicado parcialmente en La Nación en mayo de 2006 e íntegramente en otros medios como El Siglo, El Mostrador y Estocolmo.se, entre otros. La querella también incluía a los responsables de El Siglo.
El veredicto del magistrado Freddy Cubillos afirma que "no cualquier expresión deshonrosa en medio de comunicación permite la configuración del ilícito" y que si bien en el reportaje hay expresiones "que pueden resultar lesivas a la honra", no se configuran como injurias en tanto el querellante no acreditó que hubiera habido ánimo de injuriar. El veredicto agrega que lo que decía el reportaje fue ratificado "en estrado por cuatro testigos de la defensa" y, por lo tanto, no hubo "ánimo de denostar, reducir, minimizar o herir la persona del querellante".
Si bien el veredicto es un buen resultado tanto para la reportera como para la libertad de prensa, en general, lo cierto es que es un indicio más de que la normativa chilena mantiene restricciones contra el ejercicio del periodismo incompatibles con los estándares internacionales en materia de derechos humanos, en general, y de libertad de expresión, en particular.
De hecho, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, así como la Relatoría para la Libertad de Expresión de la OEA, han insistido en la necesidad de despenalizar los llamados delitos de opinión e información en tanto constriñen y amedrentan el libre ejercicio del periodismo y de la expresión.
Pero a la fecha, Chile aun no avanza en este sentido. Y el juicio contra Pascale Bonnefoy es un síntoma de aquello.
Matar a la mensajera
Autora de Terrorismo de estadio. Prisioneros de guerra en un campo de deportes (ChileAmérica CESOC, 2005), Pascale ha trabajado, entre otros, para "Contacto" de Canal 13 y La Nación Domingo, The Nation, The New York Times, The Global Post y en la producción para documentales en Chile para distintos canales internacionales. En la siguiente entrevista, la periodista repasa los pormenores del proceso y sus consecuencias.
"No pensé que se podrían querellar… se exponían a que se difundieran aún más los testimonios sobre su actuación en el Estadio a través de un juicio público. Mi preocupación era más bien por el lado de la seguridad", aunque dice que no recibió amenazas ni durante el reporteo ni después de la publicación del artículo. "No tomé medidas especiales, salvo hacer un respaldo del trabajo", cuenta Pascale.
¿En qué momento te enteras de la querella? ¿Qué pensaste?
La querella original de Dimter fue presentada a mediados de 2006, pero como incluía cargos como asociación ilícita (por la Funa), el tribunal la rechazó. Ahí me enteré, por el diario. Luego debieron desagregar la querella y limitarla a injurias y calumnias, y tras un buen tiempo, me notificaron.
¿Qué pensé? ¡Que era ridículo! Es Dimter el que debe responder por sus actos, sin culpar a quienes lo sacaron de su anonimato. Matar al mensajero es un deporte favorito en este país.
Fue especialmente ridículo porque tanto en la querella como durante el juicio presentaron el caso como una gran conspiración o colusión entre la Comisión Funa, el diario El Siglo y yo, siendo que yo no tenía ninguna relación con ninguno de los dos. Mi artículo coincidió en el tiempo y en la identificación de Dimter con la Comisión Funa, tuve una sola conversación con alguien de la Funa cuando me enteré por un ex preso que ellos también estaban investigando al mismo sujeto, y fue publicado en El Siglo una semana después de que saliera en otros medios. Esa es la "colusión". El juez determinó que no había instigado a la Funa y que no podía hacerme responsable de las portadas, fotos, titulares y otros artículos sobre Dimter que aparecieron en El Siglo, salvo el mío.
UN REPORTAJE Y SUS REBOTES
El artículo que motivó la querella de Dimter contra Pascale contenía al menos 20 fuentes, incluyendo a varios militares. La periodista relata que cuando éstos "se enteraron de la querella reaccionaron con incredulidad, pero ninguno se arrepintió. Al contrario, estaban muy dispuestos a ratificar lo que me habían contado en nuestras entrevistas. Me apoyaron en todo momento".
¿Los datos y fuentes presentados en tu investigación han sido tomados en cuenta por la justicia en los casos implicados de violaciones a los derechos humanos?
Sí, después de la publicación fui llamada a declarar ante el magistrado que investiga el caso de Víctor Jara. Pero sólo pude entregar información contextual, sobre Dimter y nombres de testigos nuevos en esa causa, porque del asesinato de Víctor Jara específicamente, no tengo mayor información. A Dimter lo vinculé como el Príncipe, no como el asesino de Víctor Jara, que son dos cosas distintas. Ha costado mucho que la sociedad y los medios de comunicación hagan esa separación. No me consta que Dimter haya participado en su muerte, ni tampoco que no lo haya hecho. Incluso la investigación judicial creo que se ha centrado mucho en el Príncipe, por esta asociación que siempre se ha hecho entre el Príncipe y Víctor Jara. Hay testimonios de cómo el Príncipe reconoció a Víctor Jara en el estadio, lo maltrató y lo apartó del resto, y como el Príncipe era el represor más notorio del estadio, surgió en el imaginario colectivo la idea de que él, además de identificarlo, apartarlo y golpearlo, también lo mató, pero de esto último nunca ha habido evidencia.
La oportunidad de ventilar el pasado
Todo el proceso generó molestias y pérdida de tiempo, dice Pascale. "Lo que más me molestó y me dio rabia fue escuchar la cantidad de mentiras y conspiraciones inventadas de parte de sus abogados. Me acusaron de colusión con la Funa, de no seguir las más mínimas reglas del periodismo de investigación, de inventar mis fuentes, de citar a una persona que supuestamente no había entrevistado, de ser "militante", sesgada, de sólo "preocuparme de los derechos humanos de un solo lado", de que mi artículo era un "panfleto", y la guinda de la torta: que yo tenía tres motivaciones: política, fama y dinero. Con esto, todo el público se largó a reír. Fue realmente ridículo.
Lo bueno del nuevo sistema de justicia es que al acusado (yo en este caso) se le da plena posibilidad de plantear su caso, defenderse, responder ante cada cosa. No durante todo el juicio, pero sí al comienzo y al final".
A pesar de todo lo anterior, Pascale veía el juicio oral como una oportunidad para hablar "de la represión en el Estadio Chile en un tribunal público, por rebote a una querella por injurias y calumnias. Mis testigos fueron presos del Estadio Chile y me interesaba que ratificaran ante un tribunal público que reconocían a Dimter como el Príncipe. Dimter, por supuesto, no se expuso a ser reconocido en el mismo tribunal – nunca asistió a las sesiones. No se hizo ninguna especie de careo".
Pese a ir en contra de lo que indican organismos internacionales ¿por qué crees que en Chile todavía se penaliza este tipo de situaciones?
¿Serán resabios de dictadura? ¿Otras prioridades más urgentes en materia legislativa? ¿O resistencia de quienes tienen algo que ocultar? ¿O una combinación de todas esas cosas? No lo sé.
Claudia Lagos