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Luis Horta, coordinador de la Cineteca de la U. de Chile
Magíster en Teoría e Historia del Arte y académico de la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile. Luis Horta, especialista en historia del cine chileno y latinoamericano, aborda en la siguiente entrevista su análisis sobre el cineclubismo en Chile y los desafíos que plantea el 2024.
Dedicado desde el año 2009 a la formación de públicos y mediación, Luis Horta ha contribuido en la creación de distintos espacios culturales, destacando entre ellos el Cineclub Sala Sazié. En esta instancia, el académico, recalcó la importancia de este tipo de iniciativas para la comunidad al cambiar la forma en la que los espectadores se relacionan social, cultural, y políticamente a través de la libre circulación de conocimiento.
“Lo que empieza a abrir la ruta del cineclubismo es que se entiende que el cine es una expresión cultural, una expresión artística”, afirma el especialista en patrimonio audiovisual, relevando el rol que cumplen hoy los cineclubes del país y en específico, el de la Universidad de Chile..
En este sentido, Horta adelantó que será un año marcado en hitos, comenzando por una novedosa función inaugural en el mes de abril, el Día del Patrimonio Audiovisual en octubre y posteriormente el Día del Cine Chileno en noviembre.
El cineclubismo trata de conformar una comunidad que se establece a partir del acontecimiento, de ver cine colectivamente, para que esto derive en la producción de saberes acuñados al interior de las comunidades.
De hecho, antiguamente se entendía el cine como un mero elemento de entretención de fin de semana, entonces lo que empieza a abrir la ruta del cineclubismo es que se entiende que el cine es una expresión cultural, una expresión artística y que empieza a ser incorporada dentro de la producción de saberes universitarios.
La programación de este año la estamos proyectando en términos bien variados, queremos hacer un énfasis importante en el cine latinoamericano, cinematografías vecinas que no son bien conocidas, pero que también están captando el interés de públicos y que nos parece importante que exista en la pantalla. Que se le niegue la posibilidad de que se proyecten por razones económicas no está bien, entonces esos van a ser los focos importantes en este año.
Estos cines nosotros los estamos haciendo siempre y siempre, están metidos dentro de una programación. Entonces, concluimos que hacer como un único ciclo, por ejemplo, de disidencias o cine de mujeres, termina siendo bastante restrictivo porque al encapsular y al aislarlo, pierde como una legitimidad dentro de un corpus. Entonces, generalmente lo estamos haciendo siempre.
De hecho, cuando mencionaba cines latinoamericanos, uno de los temas que aparece medio permanente es el de una pertenencia identitaria que ya desborda un poco las fronteras geopolíticas. Eso nos dimos cuenta de que está en casi todas las películas que se están produciendo hoy y esa es una problematización que queremos hacer, sobre todo porque ahí hay varios otros elementos que son parte de estas discusiones.
El cineclubismo es capaz de apropiarse de películas que de pronto pueden ser bastante mal vistas por los académicos o el academicismo, para plantear lecturas de cómo nos relacionamos con esas imágenes, cómo las planteamos o cómo las legitimamos también de nuestras identidades, nosotros tenemos imaginarios de cosas, de ciudades o de personas que pasan por el cine, por lo real, entonces el cine pasa a convertirse en otra forma de realidad.
Lo que hace el cineclubismo es necesariamente pensar esos elementos, trasladarlos a una reflexión para que los públicos tomen conciencia y una conciencia que muchas veces es afectiva sobre ese tipo de relaciones que existen y se manifiestan.
En este 2024 estamos trabajando en varios frentes, pero un elemento central para nosotros es la apertura e invitación a que todo el público entre a la casa central de la Universidad de Chile. Un edificio patrimonial e histórico, que, por lo mismo, por estos elementos semánticos, muchas veces aleja a las personas de ingresar, porque se desentiende que es un espacio de la gente.
Desde siempre ha existido un polo cultural importante, o sea, en otra época cantaba Violeta Parra, Neruda declamaban sus poemas, y los surrealistas de la mandrágora hacían unos escándalos feroces en los años 40. Víctor Jara, que cantó ahí en su momento, era un epicentro y polo cultural que fue borroneado en los años de la dictadura y que nosotros queremos reabrir, no en términos simbólicos, sino que efectivos, en términos de la necesidad que hoy existe de que la gente pueda ver películas gratis.
Va a haber un moderador que orienta el diálogo con el público, a partir del visionado de una película. Esa persona encargada de la mediación hace un trabajo educativo libre y experimental, porque lo que importa ahí no es llenar al público de información, sino que entregarle las herramientas suficientes, para que el público se empodere del espacio y diga: “bueno, a mí me parece esto, yo no estoy de acuerdo con esto”.
Que la gente no esté de acuerdo entre sí misma, pero fundamente esas posiciones opuestas, eso es lo importante, que la gente se sienta partícipe y tome voz, que no sea solamente la persona que va a consumir una película.
Valentina Ramos, Francisca San Martín y Monserrat Lorca