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Impresiones del realizador Patricio Guzmán en Seminario del ICEI
El documentalista chileno se declara satisfecho por dirigir un nuevo seminario en instalaciones del ICEI. Asegura que le gustaría repetir esta experiencia todos los años, y ojalá llevarla de manera regular a provincias. Pese a que ya ha realizado antes este seminario en el Instituto, Patricio Guzmán sostiene que le resulta imposible evitar cierto dejo de tristeza al recordar a Jorge Müller, su amigo y colaborador, cuyo paradero aún es una incógnita luego de ser secuestrado por fuerzas represivas de la dictadura en 1974.
Patricio Guzmán integra el reducido número de intelectuales chilenos reconocidos a nivel mundial. Pertenecer a esa selecta grupo de referentes artísticos, pensadores y científicos explica el proverbial interés de estudiantes y licenciados en comunicación por asistir a sus seminarios -como el que actualmente desarrolla en el Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile (ICEI)-, o que pase gran parte del tiempo dando vueltas por el mundo para participar en clases magistrales o festivales sobre documentales en América y Europa.
"Después de este seminario participaré en el FIDOCS, y luego debo ir a Sao Paulo para participar en un seminario en el que ya hay inscritos más de sesenta personas", dice el documentalista radicado en París, Francia. "Una vez dirigí un seminario en Ciudad de México con más de doscientas personas. En Buenos Aires he hecho algo muy similar en tres ocasiones, en Quito (Ecuador) también, y lo mismo en prácticamente todas las ciudades españolas: Pamplona, Málaga, Madrid, Barcelona, Santiago de Compostela... todas".
El laureado realizador nacional dice sentirse muy satisfecho ante esta posibilidad de dirigir un seminario que, por tercer año consecutivo, se lleva a efecto en dependencias del ICEI. Máxime cuando esa serie de clases magistrales, dirigidas a jóvenes que siguen absortos cada una de sus exposiciones, tiene como escenario el auditorio Jorge Müller. "Cada vez que vengo aquí siento una especie de tirón. Cada vez que veo su nombre en esta sala me ocurre lo mismo, porque me acuerdo inmediatamente de él", dice Patricio Guzmán, en memoria de quien registrara con su cámara todas esas imágenes que dieron vida al documental "La Batalla de Chile", y que, apenas un año después del Golpe Militar, fuera secuestrado por organismos de inteligencia de la dictadura sin que hasta este minuto se tenga una leve pista de su paradero. "Conviví con él por dos años pues trabajé a diario con él por dos años en la elaboración de ‘La Batalla de Chile', y era además uno de mis mejores amigos", agrega.
En cuanto al seminario, Patricio Guzmán sostiene que, fuera de este sentimiento de tristeza que resplandece a la luz de la memoria -tópico recurrente en su obra- "venir a este lugar es un placer porque los estudiantes siempre responden bien, están interesados, y además es muy variado pues la composición del grupo cambia de año en año. Noto mucho interés en ellos por el cine documental y por aprender los mecanismos de fabricación de de un documental, que es lo que me interesa transmitir y hacer. . Ojalá no deje de hacer nunca este seminario, y ojalá que se hicieran más en provincias. En Antofagasta se hizo y fue un éxito. En Viña del Mar, la sala del Cine Arte UC se llenó. En provincias hay mucho entusiasmo", añade.
A Patricio Guzmán le llama la atención el creciente interés del público chileno por los documentales, lo que no se condice, a su juicio, con el carácter selecto que adquiere este grupo de aficionados en la mayoría de los países que él ha visitado y conoce. Y si bien el público siempre ha mostrado mayor inquietud por el cine de ficción, "pese al interés que despierta el (festival) FIDOCS que convoca a un gran número de personas", Guzmán cree que "ya se ha constituido una masa crítica, un circuito con clara vocación documentalista de al menos treinta personas. Seguramente eso crecerá con el tiempo". Asimismo, Guzmán cree que detrás de este fenómeno -aún germinal, por cierto- se encuentra esa necesidad de recobrar la memoria en un país que se vio sumido en un cuadro profundo de amnesia instalado en dictadura, pero consolidado durante la transición política.
"Yo comparo el cine documental con la música de cámara. Cuando ves un cuarteto de Schubert o de Beethoven, la sala estará llena, pero no es comparable con la ópera, el ballet o la orquesta sinfónica. Es un público minoritario. Eso no quita que podamos encontrar países muy documentalistas, como Francia, Bélgica, Alemania y Suiza. Francia tiene una tradición muy larga. En Francia, (Raymond) Depardon lleva haciendo documentales desde hace más de 50 años... pero si tú vas a España, verás que a la sala no irá nadie. En Italia igual. Son países que viven de espaldas al documental. Portugal, en cambio, sí. Ahí hay tradición", puntualiza el documentalista ganador de, entre tantos otros galardones, el último Premio Pedro Sienna otorgado por el Consejo de la Cultura y las Artes.
"Llegó el tiempo de revisar la historia"
Patricio Guzmán dice seguir con interés todos los movimientos sociales que, de mantenerse en el tiempo, acabarían forzando un quiebre en la evolución política y social del país, cuya democracia ha ido enfermando progresivamente debido a la crisis de representación que padece su clase política y, peor aún, por la deslegitimación de la Carta Fundamental que rige en Chile desde 1980. "Me parece apasionante", dice Patricio Guzmán, al referirse a los últimos acontecimientos que se observan en el país, los que sigue con vivo entusiasmo, asegura él, gracias a las lecturas que hace dos veces por semana del diario El País de España y los blogs informativos que publica la colonia residente en Francia, canales que le permiten prescindir de los medios informativos tradicionales.
"Me apasionó el movimiento estudiantil. Lo mismo sentí a causa de otras movilizaciones como la de Aysén, o el mismo movimiento ciudadano contra Hidroaysén, que revela los disparates del Chile de hoy. Una línea de transmisión de más de dos mil kilómetros, con torres de setenta metros de alto, es un disparate increíble. No entiendo cómo Chile, teniendo el desierto más soleado del mundo, no es capaz de echar a andar plantas solares. No lo entiendo. No entiendo cómo las mineras no impulsan sus propios planes de generación de energía", sostiene.
Patricio Guzmán que cree que la ola irá creciendo con el correr de los años, impulsada por jóvenes que, luego de generaciones, no sienten miedo frente a los poderes hegemónicos. "Y son estos jóvenes los que van a empezar a cuestionar todo lo que les dijeron sobre el Golpe Militar, sobre la represión, sobre los gobiernos de Frei y Allende, cosas que hoy se les trata como si fueran del Siglo XII, en circunstancias que todo esto ocurrió hace muy poco. Los jóvenes han permitido que surja una nueva generación de historiadores. La historia de (Francisco) Frías Valenzuela parece del neolítico, poco menos que de la época de los dinosaurios. Se viene un proceso de revisión de la historia que no ha hecho más que aniquilar a sus aborígenes", aseveró.
"No creo que Chile sufra un estallido social como en los países árabes. Los motines no van con la idiosincrasia de los chilenos. Pero sí va a haber una presión social más fuerte para cambiar la Constitución, y transformar el país es un una democracia plena porque todavía no lo es. No puede serlo un país que da tanta autonomía a sus Fuerzas Armadas, ¿Alguien sabe qué textos estudian los militares" Nadie lo sabe. De seguro siguen leyendo los textos antiguos, porque no existen en el mundo Fuerzas Armadas que tengan tanto nivel de autonomía respecto de los tres poderes del estado", indica el realizador chileno.
¿Le gustaría a Guzmán retratar este momento que él mismo califica de apasionante? El interés no le falta. El problema es que aún cuesta echar luces sobre mundos en los que reina la penumbra y el secretismo. "En Chile hay todo un mundo oculto. No se puede filmar una reunión del consejo directivo de un banco, ni una reunión de generales, ni una reunión de obispos, ni siquiera la de una mesa directiva de equipo de fútbol. Este es un país lleno de secretos", concluye.
Roberto Bruna