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Seminario "Movimientos sociales" del CECO
Profesores de la Universidad de Chile se dieron cita en el auditorio José Carrasco Tapia para discutir, de cara a los estudiantes del ICEI, sobre la futura proyección del movimiento estudiantil, y cómo éste debe constituirse en un eje de la refundación social y política de Chile. Aquí algunas ideas acerca de cómo pasar de la protesta a una efectiva acción política.
Las grandes preguntas: ¿Qué hacer con todo el poder de convocatoria del movimiento estudiantil? ¿Qué se debe hacer para que toda esa energía se canalice hacia un cambio real en las estructuras política y social de Chile? Tres profesores dieron su visión de lo que debe ser el futuro de este movimiento surgido en torno a una demanda por educación pública de calidad, laica y gratuita. Tres miradas distintas que, con algunos matices, concuerdan en dos aspectos. Por una parte, está la necesidad de constituir un frente amplio con movimientos sociales de distinta naturaleza e inspiración, pero que tienen, como denominador común, el anhelo de transformar un modelo de acumulación que se encuentra en crisis. Por otra, hay que canalizar el poder estudiantil por los cauces institucionales, fórmula cuyo rechazo no hará más que conjurar cualquier plan por reformar el modelo desde sus raíces.
Según Pablo Ruiz-Tagle, profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, este cambio pasa por una reforma constitucional que ha de conseguirse con una participación más activa de los jóvenes en los futuros procesos electorales. "Hay que aprovechar este voto voluntario e inscribirse, por ejemplo, en aquellas comunas gobernadas por alcaldes que han desarrollado un liderazgo autoritario y caudillista, como (Pedro) Sabat en Ñuñoa, o (Cristián) Labbé en Providencia... Me preocupa mucho escuchar a jóvenes representantes de los escolares llamando a boicotear las elecciones municipales", dijo Ruiz Tagle, quien calificó ese llamado de "ingenuo".
Asimismo instó a recordar el lapidario juicio de la historia respecto de esos grandes movimientos sociales que hicieron del voluntarismo y la exclusión sus plataformas de lucha. "Durante la Revolución Francesa surgieron dos sectores: uno, el de los jacobinos, radicales, asambleístas, que se propusieron cambiarlo todo de golpe y que, por medio del terror, gobernaron sin un proyecto propio. El otro es de los girondinos, más moderados, que gobernaron brevemente, la mayoría fueron guillotinados, pero que fueron los creadores de las instituciones republicanas y las bases de la democracia en Occidente", sostuvo.
"¿A qué voy? A que es fácil incitar a las masas y a las revueltas y no construir nada. Vi con estupor la toma de la Casa Central de la Universidad de Chile, la quema de libros, los disturbios... El caso es que no podemos hacer cambios así nada más, sin una mayoría sustancial, y eso pasa por abrirse a otros grupos, incluyendo también a los moderados", aseguró Ruiz Tagle, poniendo en relieve los grandes logros del movimiento estudiantil, como el haber sensibilizado a la opinión pública respecto de consagrar una educación pública de calidad y gratuita, generar un fuerte cuestionamiento al lucro y sacar a los bancos del negocio.
Al margen de los partidos
Un tanto más crítica fue la visión de Sergio Grez, profesor de la Facultad de Filosofía y Humanidades, en atención al acomodo de la Concertación al modelo heredado de la dictadura. Es dentro de esa tesitura que instó a los jóvenes a no dejarse engañar ni manipular nuevamente por los políticos concertacionistas, tal y como ocurrió, a su juicio, con la denominada "Movilización Pingüina" de 2006.
"Los movimientos sociales afloraron después de dos décadas de letargo", recordó, "contenidos por la Concertación que apostó sólo a administrar el modelo y a introducirle algunas mínimas correcciones. Pese a encontrarse en mayoría en ambas cámaras, y así ocurrió en algunos años, la Concertación no quiso hacer nada, por ejemplo, en el tema laboral, al punto que Chile es el único país del mundo donde el empresario puede reemplazar a los trabajadores en huelga", señaló el profesor Grez.
"Me parece positivo que este movimiento no esté vinculado al poder político. No significa esto que sea un movimiento despolitizado ni descarta una futura organización, siempre y cuando no se dejen manipular por los partidos", dijo Sergio Grez, quien instó a los jóvenes a pugnar por una asamblea constituyente que dé a Chile una Constitución verdaderamente democrática. "Ese es el objetivo a mediano plazo si no queremos ser llevados nuevamente por callejones sin salida. Nadie puede hacer por la gente lo que la gente debe hacer por sí misma", afirmó.
Asimismo, Grez recordó que en Chile coexisten movimientos de diversa índole, enumerando a los movimientos regionalistas que claman por una mayor descentralización, los movimientos originarios surgidos de comunidades mapuche y rapa nui; los ambientalistas que, como en elcaso de Hidroaysén, cuestionan el modelo de desarrollo primario-exportador; movimientos por las minorías sexuales, movimientos laborales en la gran minería del cobre, movimientos de consumidores; de pescadores artesanales ante un mar privatizado durante los gobiernos de la Concertación, movimientos de campesinos que se oponen a la entrega de derechos de aguas y a pagar por las semillas... "¿Qué tienen en común todos ellos?", se preguntó Grez. Y aquí su respuesta: "Una nula vinculación con el poder político y que todos se encuentran en oposición al modelo neoliberal", agregó.
Necesidad de un cambio Político
La conveniencia de permanecer al margen de los partidos políticos fue una idea cuestionada por el sociólogo Manuel Antonio Garretón, quien abogó por una postura más práctica en aras de avanzar en cambios estructurales concretos. También formuló una pregunta: "¿Cómo pasamos de un momento refundacional a un proceso refundacional para cambiar un modelo neoliberal que da predominio al mercado por sobre la cultura y la política, y que tiene por objetivo generar estas desigualdades?".
Garretón dio la respuesta: "No se puede refundar un país sin un cambio político. Hay que llevar este cambio más allá del campo educacional, lo que se dará sólo si volvemos a unir al movimiento social con la fuerza política. No siempre hay un vínculo de manipulación por parte de los actores políticos, pues la política no emerge sin lo social. Los actores políticos eran antes, a su vez, representantes del movimiento social. Así podríamos crear a este nuevo sujeto que debe buscar una meta central", declaró en su exposición.
"No debemos excluir a nadie. Que nadie se erija en portador de la pureza diciendo ‘a este no, a este hay que excluirlo, porque en algún momento votó así o bien dijo tal cosa'. La política es práctica y dinámica, y muchos cambian de posición con el correr del tiempo. Si prevaleciera esa mirada pétrea y excluyente, el Partido Radical no habría apoyado a la Unidad Popular pues participó en la creación de la Ley Maldita, o se habría excluido a la Democracia Cristiana de la campaña del Plebiscito del '88 porque apoyó el Golpe Militar... Y así, sumando a todos, es que se lograron metas importantes. Claro que hay que obligar al poder político a comprometerse con un movimiento que debe apuntar a una nueva Constitución Política", señaló.
Garretón sostuvo que "el movimiento tiene legitimidad para convocar pero no necesariamente para dirigir. Fracasará si creemos que sólo puede ganar con los que están en él. Por eso hay que abrirse, evitar el narcicismo y aprovechar todas las instancias, y el tema educacional hay que instalarlo fuerte en las elecciones", concluyó. Pero el profesor Sergio Grez retrucó: "Que los estudiantes establezcan un vínculo político pero sólo con quienes desean plegarse de verdad al movimiento. La cuestión final es quién suma a quién".
¿Formar una asamblea constituyente? El profesor Pablo Ruiz-Tagle dijo que le parecía poco saludable dada la complejidad de establecer mecanismos de representación ecuánimes capaces de legitimar las decisiones que ahí puedan adoptarse.
Roberto Bruna