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La Orquesta Sinfónica y el Coro Sinfónico de la Universidad de Chile unen su arte para dar vida a una de las grandes obras de la literatura musical, bajo la dirección del maestro japonés Yoichi Sugiyama, quien en este segundo programa del ciclo sinfónico coral dirigirá, además, dos obras de Igor Stravinsky.
Aunque Wolfgang Amadeus Mozart no era un hombre religioso, su sensibilidad, delicadeza y genial talento, permitieron que su Misa en Do Menor expresara una gran espiritualidad y profundidad musical que, hasta hoy conmueve el alma de los espectadores. La Orquesta Sinfónica y el Coro Sinfónico de la Universidad de Chile traerán nuevamente al escenario la Gran Misa de Mozart, este viernes 23 y sábado 24 de marzo, a las 19:30 horas, en el Teatro Universidad de Chile, bajo la batuta de Yoichi Sugiyama, joven director japonés que acaba de tener un exitoso debut en el país.
Acompañarán en el escenario a los prestigiosos conjuntos de la Universidad de Chile los solistas Patricia Cifuentes y Carolina Muñoz, sopranos; Iván Rodríguez, tenor y Marco Montenegro, barítono.
La primera parte del programa estará dedicada a Igor Stravinsky con dos obras que éste compuso con especiales motivaciones: el Concierto Dumbarton Oaks, creado por el compositor ruso para celebrar los 30 años de matrimonio de los dueños de la mansión conocida con el nombre homónimo de esta obra, y las Sinfonías para Instrumento de Viento, un homenaje al fallecimiento de Claude Debussy, en 1918.
El director Yoichi Sugiyama afirma que en este programa tienen un rol principal los vientos, sobre todo en la Sinfonía para Instrumentos de Viento de Stravinsky y en Dumbarton Oaks, que tiene muchos solos para flauta, corno, clarinete y fagot, entre otros.
Acerca de la Gran Misa de Mozart, Sugiyama afirma: "Se trata literalmente de realizar una construcción musical, porque si decae la tensión en alguna de las partes, afecta toda la estructura. Los movimientos están unidos por un hilo invisible, desde el inicio hasta el fin, permitiendo que el mensaje musical sea uno solo para el público".
Hugo Villarroel, director del Coro Sinfónico de la Universidad de Chile, manifiesta que, por sus recursos y dramatismo, esta obra se considera un antecedente del célebre Réquiem y de las grandes misas de concierto del siglo XIX, como aquellas de Beethoven y Bruckner.
Fue en 1782, en Salzburgo, cuando Mozart se abocó a la creación de la Gran Misa K.V. 427, época en la que se dedicó al estudio de Bach y Haendel, compositores que influyeron en esta obra que, al igual que el Réquiem, nueve años más tarde, quedó inconclusa. No obstante, así fue presentada en la Iglesia de San Pedro en Salzburgo, el 25 de agosto de 1783, y se convirtió inmediatamente en una de sus obras religiosas favoritas.
"Esta es una obra monumental, una de las grandes creaciones de la literatura musical, quizás la más grande pieza sinfónico coral de Mozart como construcción y expresión de música", dice Hugo Villarroel, quien añade que "abordar una pieza de esta envergadura es un desafío enorme para la agrupación coral que integran cerca de 90 voces".
Para el director coral la mayor dificultad de la Misa radica en que ésta fue escrita para un coro de cámara. "El sonido tiene que ser ajustado a no más de 35 voces, característica que la enmarca como una obra tremendamente polifónica, de muchas líneas finas que van entrelazándose a ocho voces en algunos números, a cinco en otros, y necesita tener una liviandad, una delgadez de líneas, que permita ir entendiendo toda la trama de la obra", sostiene.
Las entradas a público general para este concierto tienen un valor que va desde los $ 3.000 a los $ 9.000 y se pueden adquirir en la boletería del Teatro Universidad de Chile, ubicado en Providencia 043, metro Baquedano. Los estudiantes pagan desde $1.000 a $ 1.500. Más información en el teléfono 6345295 o en el sitio web del teatro.
Texto: Prensa Centro de Extensión Artística y Cultural, CEAC
Fotografías: Archivo Dirección de Comunicaciones