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En el marco de Noviembre Cultural
Encuentro contó con la participación de su viuda, la cineasta Valeria Sarmiento, y del académico de la Universidad de Chile, Carlos Flores. También fueron parte del evento la actriz y cineasta Chamila Rodríguez y el compositor Jorge Arriagada. La actividad fue moderada por la directora de Extensión del Instituto de la Comunicación e Imagen, Ximena Póo.
Corría 1967 y Raúl Ruiz aún luchaba por llevar a cabo la compleja hazaña de terminar un largometraje. Su primer acercamiento en el cine como director había sido el cortometraje de 1963 “La maleta”, obra que dejó inconclusa, al igual que varios otros proyectos hasta que en 1968 logró terminar y estrenar “Tres tristes tigres”, basada en la obra de teatro homónima de Alejandro Sieveking.
Un intento en particular quedaría lo bastante avanzado como para que 50 años después, la viuda de Ruiz y montajista de sus películas, Valeria Sarmiento, rescatara el olvidado material y decidiera concluirlo. El resultado es “El tango del viudo y su espejo deformante”, oficialmente la primera película filmada por Ruiz, una pieza que fue presentada mundialmente en febrero de 2020 en la prestigiosa sección Forum de la 70º Berlinale, el Festival Internacional de Cine de Berlín.
La cinta tendrá este viernes 26 una función especial con cupos limitados en el Centro de Extensión del Instituto Nacional, actividad co-organizada entre la Bienal de Artes Mediales y la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones de la U. de Chile, en el marco de Noviembre Cultural, por motivo de los 179 años de la Casa de Bello.
Claro que ese no ha sido el único rescate que ha emprendido Sarmiento de la obra de su marido. Desde su muerte hace una década, la también cineasta se ha embarcado en una cruzada para terminar aquellos filmes que quedaron a la deriva y que hoy se les conoce como “la filmografía Ruiz-Sarmiento”, que incluye también La telenovela errante (1990), estrenada en 2017, y El realismo socialista (1972-73), en la que actualmente está trabajando y buscando financiamiento para su ejecución.
De este trabajo de recuperación se trató el foro “80 años de la obra de Raúl Ruiz: legado para el cine en Chile y el mundo”, otra de las actividades de Noviembre Cultural, evento que reunió en el Salón de Honor de la Casa Central, el pasado miércoles 24 de noviembre, a Sarmiento, junto al académico del Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI) de la U. de Chile, Carlos Flores, a la actriz, cineasta y gestora cultural, Chamila Rodríguez, y al compositor musical Jorge Arriagada.
La directora de Extensión del ICEI, Ximena Póo, quien moderó la conversación, apuntó a develar las motivaciones del equipo para traer a la vida el trabajo inacabado de Ruiz, e indagó en los recuerdos y visiones de cada uno de los participantes sobre la figura del autor de “El tiempo recobrado”, en sus relaciones personales y profesionales.
“Estas tres películas que estamos rescatando, aunque no son grandes obras, son importantes para entender la obra de Raúl y son parte del patrimonio que él le dejó a Chile”, señaló su viuda. “Creo que Raúl fue siempre un insolente que supo mirar la sociedad con mucha ironía. Hizo por ejemplo “Diálogo de exiliados”, que nos costó a nosotros que nos marginaran de todas las instituciones chilenas en el exilio, pero que ahora todo el mundo reconoce que es una obra importante. Él siempre estaba como adelantado a su época, mirando con humor el mundo y creo que ese es uno de los grandes valores de Raúl, no acogerse a ninguna idea preconcebida ni a ninguna ideología clara o premeditada”, agregó la directora de “Las líneas de Wellington”.
Para Carlos Flores, cineasta y académico del ICEI, el cine de Ruiz fue clave para que apareciera la imagen de otro Chile distinto al que se estaba mostrando en pantalla, y para romper con las estructuras clásicas de la disciplina, tan influida siempre por lo que se hacía en Hollywood.
“Ruiz no partía de una historia para hacer una imagen, sino al revés. Eso, echa a andar un modelo narrativo que irrumpe contra el modelo hegemónico, donde había que contar una historia con una cadena causal y con un conflicto al medio, donde se disputaba algo. Ese es su legado, el pensar más allá de ese lenguaje para construir un mundo visual de otra manera”, apuntó el académico.
“Con 'Tres tristes tigres' me pasó que descubrí otro país, lo que fue una emoción feroz. Además de la capacidad de Ruiz para ‘irse por las ramas’ y de ‘saltar de chincol a jote’ las estructuras, subrayó la forma de hablar de los chilenos como no se había hecho antes. Ese descubrimiento del lenguaje fue absolutamente determinante. Ese habla tan parecida a la mía, a la nuestra, donde los carraspeos, las dubitaciones, repeticiones y el sinsentido tiene mucho que ver con nosotros, es lo más político del cine de Raúl Ruiz”, agregó Flores.
Compañero de generación de directores como Miguel Littín, Helvio Soto y Patricio Guzmán, Raúl Ruiz (1941-2011) se fue distanció de esa mirada derechamente política que plasmaron sus pares en el cine para enfocarse en un cine experimental, donde consiguió desarrollar un estilo propio y experimental que fue calificado muchas veces como “onírico” y “surrealista”, en el que el juego con el lenguaje era una de sus herramientas clave.
Radicado en Francia junto a Sarmiento desde 1974, Ruiz desarrolló un cine que encajó muy bien con el espíritu del país, convirtiéndose en uno de los directores favoritos del circuito de festivales europeo. Prolífico e incansable, filmó más de 120 películas, algunas de ellas grandes producciones que contaron con intérpretes de la talla de John Malkovich y Catherine Deneuve, como “El tiempo recobrado”, La comedia de la inocencia”, “Klimt”, y “Misterios de Lisboa”.
Chamila Rodríguez, actriz y cineasta chilena, quien también participó en los elencos de Ruiz, destacó su “generosidad” y “capacidad de adaptación” a todo tipo de proyectos y “presupuestos”. “Partí de muy jovencita con Raúl, fue una relación artística bastante libre en términos creativos. Raúl era una director que siempre generaba una atmósfera como una especie de ritual, ya sea si estuviéramos filmando en el campo o en el casco antiguo de Santiago cerca de la Peluquería Francesa, que le encantaba, él dejaba que uno como artista volara en el set. Era como jugar, sentirse en una especie de sueño, onírico, poético, a veces surrealista a veces expresionista, para mí fue un privilegio haberlo acompañado en la última década creativa en Chile”, contó la también gestora cultural de la productora Poestastros, a cargo de los derechos de la recuperada obra de Ruiz.
En tanto, Jorge Arriagada, compositor de las bandas sonoras de las películas de Ruiz, recordó su estrecha relación de amistad y valoró también la forma libre en que colaboraron creativamente. “Yo no interfería en la imagen, era más bien que él que me decía cosas y yo le proponía otras cosas, no había preocupaciones, era simplemente el placer de comunicar, y luego había que ver las cosas con las que contábamos. Yo tenía primero un sintetizador y luego más instrumentos, pero a él siempre le interesó mi música más experimental”, comentó Arriagada sobre el trabajo entre ambos.
“Después vino el gran evento, 'El territorio' de 1981 y resultó que Paulo Branco (destacado productor), no dio una orquesta. Ahí empezamos una historia bien diferente, con 'La corona del marinero' tuvimos 250 mil espectadores en Francia, era otra escala. Así estuvimos inventando cosas durante 35 años y eso es lo bonito, no si las películas eran buenas o malas, si la música era buena o mala, lo importante es que nos divertíamos”, sostuvo el músico.
Con una intervención musical con composición de Jorge Arriagada e interpretación de Agnes Evssev (theremin) y José Martínez (serrucho) finalizó la conversación que fue transmitida en vivo por los canales digitales de la Universidad.
Denisse Espinoza - periodista Vexcom