Buscador
Entrevista para Diario UChile
A juicio del experto en comunicación política "las noticias falsas no son el origen de la desinformación, de las crisis de las instituciones o de la credibilidad de los políticos. Entonces, en sí mismas no son un riesgo. Se vuelven catalizadores o amplificadores cuando tienes escenarios políticos muy polarizados".
En el capítulo de la franja electoral parlamentaria del domingo 24 de octubre, la senadora que va por la reelección en la Región de Los Ríos, Ena Von Baer, aseguró que la Convención Constitucional “en la práctica, por ahora, se ha propuesto cambiar la bandera, el himno nacional, el nombre del país, y entre los derechos que no se quiere incluir es el derecho de los padres a elegir el colegio de sus hijos. Y esto no es lo que la gente esperaba”.
Este hecho provocó el rechazo de los convencionales de la centroizquierda, y llevó a la presentación de un oficio a la Mesa de la Convención por parte de la constituyente Bárbara Sepúlveda para que se respondiera a los dichos de Von Baer, lo que causó la reacción de la Presidenta de la Convención Constitucional, que aseguró que la acusación “es completamente irreal, no pertenecen al debate que estamos haciendo”.
“Sabemos que la senadora está mintiendo, porque no son las decisiones que ha tomado esta Convención. Nunca hemos hablado de cambiar el himno, ni cambiar la bandera, ni cambiar el nombre de este país”, sostuvo Elisa Loncon. Asimismo, aseguró que la Convención Constitucional sigue haciendo su trabajo en torno al debate de la nueva Carta Fundamental “superando todos estos obstáculos y estas mentiras” dichas por la senadora de la Unión Demócrata Independiente.
Pues bien, lo ocurrido estos días también remonta a los últimos debates presidenciales y las fake news que han aparecido en ellos. Las principales están ligadas a José Antonio Kast, cuando aseguró que “en los países donde hay aborto libre, la tasa de mortalidad materna es mucho más alta”. Una información que resultó ser falsa, ya que la evidencia demuestra que la legalización de esta práctica disminuye el riesgo de muerte de una mujer que opta por la interrupción voluntaria del embarazo. Además, también recuerda cuando el presidenciable de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, acusó a los adherentes del candidato del Partido Republicano por la difusión de una falsa ficha clínica, que incluso fue desmentida por la institución aludida.
Incluso, Boric envío una carta a la Asociación Nacional de Televisión (ANATEL) solicitando un sistema “anti fake news” en el debate presidencial del próximo 15 de noviembre, ya que aseguró lo importante es que “los debates e intercambio de ideas entre las candidaturas sean honestos, haciéndonos cargo de entregar a la ciudadanía datos reales que contribuyan a informar y no lo contrario, porque es su derecho”.
Es ese contexto, en conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, el Coordinador de Magíster en Comunicación Política del ICEI de la Universidad de Chile, Claudio Salinas, abordó en profundidad el peligro que representan las fake news para la democracia de los países, principalmente cuando los medios de comunicación no levantan un estandarte que permita el chequeo de datos que, finalmente, resultan ser falsos.
Desinformación, noticias tergiversadas o información falsa, son tres conceptos que ya son comunes en el país. En ese sentido, ¿qué se puede hacer con este fenómeno que se está instalando hace un tiempo en Chile?
Es complejo decirlo, porque esto es un fenómeno que es habitual. Uno lo puede observar constantemente en el comportamiento comunicacional de Jair Bolsonaro y de Donald Trump, y de los principales gobiernos que son de estilo neofascistas o postfascistas. En general, es algo que la izquierda no ha tomado tanta atención, y han dejado ese terreno digital en manos de estas derechas fascistas.
Una segunda cuestión es que las fake news operan, sobre todo, en terrenos donde hay crisis y polarización. En este caso, con la bajada prácticamente total de Sebastián Sichel estas noticias falsas podrían hacer eco porque, de alguna manera, sintonizan con aquellos estratos sociales que han visto pauperizadas sus condiciones y que, por ejemplo, en torno a temas como la migración o cuando hay problemas de empleo, sintonizan bastante con esas ideas.
Ahora, en una tercera cuestión, creo que las izquierdas en nuestro país tendrían que disputar ese terreno con mejor información y con un trabajo digital más sostenido. En realidad, uno debiera exigirle al sistema comunicativo ser veraz y fiable. Chequear la información, aunque es imposible al 100%, pero generar esas cortapisas donde se evite la circulación de este tipo de información. Tú puedes colocarle un límite, como lo ha hecho Gabriel Boric, que sostiene que de alguna manera hay que chequear esa información y generar ciertos filtros para que evitar su aparición. Yo creo que no es mucho más lo que se puede hacer.
Cada día vemos que estas cuestiones se masifican, particularmente en las redes sociales. Por lo tanto, ¿cuál es el riesgo que aparece para la democracia?
A mí me cuesta pensar en riesgos porque supone que ante cualquier noticia falsa, la respuesta de un sector importante de la sociedad va a ser consecuencia de esa noticia falsa. Pero, de alguna manera, resulta que esas noticias falsas operan y tienen fuerzas porque concuerdan con los códigos y las perspectivas de varios estratos sociales.
En ese sentido, las noticias falsas no son el origen de la desinformación, de las crisis de las instituciones o de la credibilidad de los políticos. Entonces, en sí mismas no son un riesgo. Se vuelven catalizadores o amplificadores cuando tienes escenarios políticos muy polarizados y cuando la percepción de la crisis incluso, a veces, es mayor que la crisis misma.
En Chile se acusa a un sector en particular de promover las fake news para beneficiarse en el debate político. En la misma línea, ¿las posturas de extrema derecha significan un riesgo para la democracia de un país?
La gente no cree que sean así solamente por estas fake news. No es que esté creyendo por esas circunstancias, pero efectivamente son un peligro para una convivencia y para la gobernabilidad de un país porque son una polarización. Aquí nunca se habla de que esta polarización tiene que ver con un mal comportamiento de la política tradicional, por esa pérdida de sentido que significa la actividad política.
Entonces, si uno lee el programa de José Antonio Kast se da cuenta que es más ultraconservador, como una mezcla de conservador en muchos aspectos culturales y valóricos, y neoliberal en bajar impuestos absolutos con la misma receta de los Chicago Boys. Pero, efectivamente, lo que está ahí es un escenario de ultraderecha. Yo no sé por qué a Kast no se le llama de ultraderecha. En cambio, cuando Kast se refiere a Boric los medios hacen eco que ésta sería la ultraizquierda o el Partido Comunista.
Efectivamente, porque son discursos que tienden a la segregación social, a la polarización, al autoritarismo y al control de muchas de las esferas de la sociedad. Entonces la gente no alcanza a percibir eso, porque está siendo más permeada por los discursos en torno a la migración en un escenario de crisis económica muy profundo, por ejemplo.
Algunas de estas noticias falsas no son confrontadas por los medios de comunicación. Desde ese punto, ¿siente que hay responsabilidad de ellos?
Yo creo que aquí hay dos niveles. Uno es la responsabilidad de los medios de comunicación, sobre todo de los medios hegemónicos que, de alguna manera, debieran chequear la información. Eso es de manual de primer año de periodismo. Tú no puedes publicar noticias que no sean chequeadas. No puedes conducir los rumores, más aún en escenarios polarizados. Es un mandato ético que tú tienes que informar y no desinformar. Pero resulta que por el afán del golpe y de repente del sensacionalismo, evidentemente no se chequea la información.
Ahora, en segundo lugar, el mismo Bolsonaro hoy día está suspendido y, prontamente, se le está por iniciar un impeachment. Yo creo que sí, me parece bien eso de suspenderlo, y no esa medida tan tibia que hubo contra José Antonio Kast. No hay que olvidar que hace un tiempo él también recibió una sanción, pero la mentalidad es muy lábil. Entonces, yo creo que aquí todo el sistema mediático debiera apuntar a un ejercicio veraz y ético de la información.
En Estados Unidos, por ejemplo, el discurso postelectoral de Donald Trump fue cortado por medios que desmintieron al aire las supuestas acusaciones de fraude, mientras sus partidarios acusaron censura. En ese contexto, ¿la intervención para ratificar la información es un veto o un control necesario ante la falta de realidad?
Precisamente, los que acusan que hay una falta de libertad de expresión son aquellos grupos neofascistas y esas personalidades que encargan. Pero resulta que la libertad de expresión no implica decir cualquier cosa. La libertad de expresión supone que tú vas a discutir ideas en torno a la República o que vas a decir información veraz. La libertad de expresión no implica decir mentiras, porque bajo esa lógica se podría hacer una apología irrestricta, como lo que pasó con El Mercurio cuando aparece Hermann Göring.
No puedes dar tribuna a ese tipo de situaciones, porque bajo la libertad de expresión –que yo no sé qué están entiendo por libertad de expresión–, lo que están entendiendo es decir cualquier cosa. Hacer cualquier cosa, incluso mentir descaradamente o mentir unilateralmente. Eso no es libertad de expresión, y aquí hay que aclarar bien. Me gustaría que los periodistas tuvieran esa noción a flor de piel como primer elemento interpretativo, que la libertad de expresión no implica mentir.
En la sociedad actual, ¿cuál es la población que corre más riesgo ante esta creciente difusión de la desinformación?
Yo creo que, de alguna manera, son aquellos sectores sociales no tienen la posibilidad y tampoco las competencias para confrontar información. En esos sectores redunda no solamente tener acceso a las redes sociales, sino que también no estar entrenado en esta confrontación de información.
De alguna u otra manera, esos sectores transversalmente están distribuidos en nuestras capas sociales, lo que hacen a veces es confirmar esos prejuicios que arrastran. Por lo tanto, no es que esa noticia le produzca esa creencia, por ejemplo, en la zanja que quería hacer Kast sino que, de alguna manera, en este escenario de crisis corroboran esa información en un espacio donde ésta y los hechos veraces tienen menos importancia, y es más importante corroborar el prejuicio inicial. Eso quiero enfatizarlo.
¿Cómo siente que esta situación influirá en las próximas elecciones cuando han aparecido voces que acusan la presencia de fake news en la franja electoral?
Creo que las personas tienen ideas preconcebidas. Lo que está haciendo esto, en este escenario, es amplificar ideas preconcebidas y en ese sentido, se podría ver la influencia. Pero no es que las fake news estén produciendo el escenario, pero es posible que tengan influencia sólo si se ve un escenario como el que estamos viviendo, de una crisis del proyecto modernizador, de crisis de estas instituciones que suponíamos, hasta hace un tiempo, que funcionaban.
¿Se puede revertir?
Es que no se revierte de un día para otro. Evidentemente, los escenarios de crisis no se resuelven con el próximo Gobierno porque implican una transformación estructural de nuestro tipo de democracia, porque esto requiere un proyecto en todos los niveles, y todos esos elementos confluyen en una pérdida de adhesión al sistema político. Entonces, que la gente haya perdido adhesión al sistema político no es porque quiera, sino porque quienes conducen los destinos de este país son los que están en la palestra por la corrupción o son los que han estado con mayor fuerza sometidos.
Lorena Moreno Berroeta - Dario UChile