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Académica ICEI lanzará nuevo libro
La periodista y académica de la Universidad de Chile conversó con el programa Radioanálisis de Radio U. de Chile, sobre su última publicación: Rodrigo Rojas de Negri, Hijo del exilio. En esa línea, indicó que el libro permite conocer la historia del fotógrafo así como la experiencia de los niños, niñas y adolescentes que vivieron las consecuencias del destierro.
¿Quién fue realmente Rodrigo Rojas de Negri? ¿Por qué dejó Estados Unidos y se instaló en Chile en plena dictadura? ¿Cómo se adaptó a la cultura chilena y qué motivaciones lo guiaron en nuestro país?
Estas son algunas de las interrogantes que aborda la periodista y académica de la Universidad de Chile, Pascale Bonnefoy, en su más reciente publicación: Rodrigo Rojas de Negri. Hijo del exilio (Editorial Debate).
En el libro, la autora revela detalles biográficos del joven fotógrafo, quien falleció a los 19 años al ser quemado vivo por una patrulla militar durante una jornada de protesta nacional en julio de 1986.
Según indicó la escritora, en conversación con el periodista Patricio López en el programa Radioanálisis, la investigación surgió a raíz del desconocimiento y el simbolismo existente en torno al caso. No obstante, señaló que la muerte de Rodrigo Rojas también fue una excusa para abordar temas como el exilio de la segunda generación, es decir, la experiencia de los niños, niñas y adolescentes que debieron enfrentar el destierro.
“No se conoce su vida, por eso me gustó escribirla”, señaló la periodista. “También fue una oportunidad para retratar a la comunidad exiliada latinoamericana y chilena en Washington. ¿Por qué llegaron a esa ciudad en Estados Unidos? (…). Yo no sabía de qué manera habían llegado a Estados Unidos, un gobierno que apoyaba el golpe, a la Junta”, comentó la autora.
“Eso se produjo a partir del año 75-76. Ese proceso fue súper interesante para conocer todo el movimiento de solidaridad que se había generado con Chile en Estados Unidos. el rol importante del Congreso y todo el trabajo desplegado por muchos chilenos. Isabel Morel, viuda de Orlando Letelier, fue un eje ahí, un ancla del movimiento de solidaridad muy importante y que no se le ha dado el reconocimiento que merece”, agregó.
La investigadora Pascale Bonnefoy también señaló que, durante el proceso de obtención de antecedentes, descubrió una imagen singular de Rodrigo Rojas. Según precisó, el joven nunca logró amoldarse a la cultura estadounidense. Por ello, decidió abandonar el liceo tres meses antes de graduarse, ya que no le interesaba el sistema de educación formal.
“Intelectualmente, sabía muchísimo de Chile, tenía mucha autoformación, pero necesitaba descubrir este país del cual se fue muy joven (…). “Él venía con ese doble propósito de una búsqueda personal y de ver si encajaba acá. Tenía pasaje de regreso, pero con fecha abierta, pero además, quería registrar fotográficamente todo lo que pasaba el año 86 en Chile”, dijo la académica.
“Él tenía una particularidad también, porque se rodeaba desde chico de muchos adultos. Sólo en Chile comenzó a tener un medio más de pares de su edad. Además, su familia era muy política y de distintas militancias de izquierda. Entonces, se alimentaba de muchas conversaciones con adultos, de muchísimas lecturas. Tenia mucho conocimiento intelectual y escuchaba a los mayores hablar de Chile, la dictadura, la represión y como botar a Pinochet”, explicó la autora.
Según manifestó la académica, Rodrigo Rojas en Chile vivió una experiencia singular, tomando contacto rápidamente con las organizaciones estudiantiles. Pero, lamentablemente, no supo adaptarse a los códigos locales y eso le jugó en contra en más de una oportunidad: “Al principio siempre es un choque cultural por más chileno que uno se sienta”, apuntó la investigadora.
“Él era muy audaz y temerario, porque se metía en medio de los enfrentamientos con Carabineros para sacar fotos (…). También tuvo problemas con estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, donde se fue a meter por contactos que tenía allá, pero no lo conocían, entonces, iba a fotografiar asambleas y él sacaba fotos de los cabros tirando piedras y dijeron ‘este puede ser un sapo’ o es muy desubicado para estar tomándonos fotos. Ese tipo de problemas se encontró”, indicó la investigadora.
“Se metió en muchos mundos, supo mucho y de verdad ya había encontrado nichos potenciales entre los fotógrafos, porque se había incorporado a la Asociación de Fotógrafos Independientes, pero también entre los estudiantes (…). Visitó a toda la gente que había conocido en el exilio, que ya estaba de vuelta, pasaba en las calles todos los días y, a través de los estudiantes de la Usach, se fue no a incorporar pero sí a visitar muchas veces la población Los Nogales en Estación Central, que es donde fue interceptado y quemado vivo en la jornada de protesta”, compartió Bonnefoy.
Para la investigadora el caso de Rodrigo Rojas de Negri es relevante toda vez que su recuerdo ha dejado huella en las nuevas generaciones, lo que se evidenció en el levantamiento popular de 2019 cuando su rostro fue rememorado en afiches y rayados en la ciudad. “Rodrigo sigue presente y vigente entre muchos jóvenes por la excepcionalidad del crimen, más que por quién era él, porque no se conoce quién era él”, concluyó la autora.
Diario UChile