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Hasta hace unos años, en Santiago de Chile, cerca de la famosa Plaza Italia, funcionaba la actual Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile. Sobre uno de los muros del local, en una placa de cobre, un poema de Pablo Neruda parecía resumir el destino del sueño que hace 47 años el gremio de los periodistas logró concretar: dar rango universitario a su profesión.
Es en los albores del siglo XX cuando el periodismo comienza a visualizarse como un discurso autónomo, que remite a su estudio y sistematización. En 1908, se crea en Columbia (Missouri), la primera escuela, y ya al término de la Gran Guerra, existen, en Estados Unidos y Europa, más de 60 escuelas universitarias o departamentos dedicados a la enseñanza de la disciplina.
Entre las décadas del treinta y cuarenta, la idea germina en América Latina. El 27 de abril de 1934, en la ciudad argentina de La Plata, abre sus puertas la primera escuela de periodismo del continente. La siguen Brasil, México, Cuba, Ecuador, Venezuela y Guatemala.
En Chile, por esos años, se vive un turbulento clima. Gabriel González Videla envía a la ilegalidad a su ex aliado, el Partido Comunista. La efervescencia política se traduce en intensa actividad gremial. En el sector de la prensa se lucha por concretar dos aspiraciones: crear el Colegio de la Orden, para reglamentar la profesión, y fundar una escuela de periodismo que otorgue grado universitario a la actividad. Ambas propuestas se presentan, en 1948, en el Congreso de Periodistas de Arica y en el Primer Congreso Mundial de Periodistas, que se realiza en Santiago en diciembre de 1952.